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Investigadores de la UPCT cuidan con esmero seres vivos en los laboratorios del grupo en Ciencia y Tecnología Avanzada de Construcción. Los alimentan con residuos orgánicos esterilizados, manteniendo un riguroso control biológico para evitar infecciones y condiciones ambientales estables: 26 grados de temperatura, 90% de humedad y ninguna exposición al Sol. Así cultivan micenio, una estructura de filamentos de hongos que coloniza el sustrato con el que se mezcla formando un cuerpo sólido con la forma del molde donde se prensa.
Con este material bioenvasado tan versátil están creando ladrillos, paneles de aislamiento térmico y acústico y objetos decorativos, como una lámpara. También se ha utilizado para crear esculturas, ropa, productos sanitarios e incluso ataúdes ecológicos.
“Es poroso, ligero, 100% compostable y tiene una resistencia de 8 megapascales, mayor que la de un ladrillo hueco de tipo 1”, explica la doctoranda de la UPCT Kamilia Essamhi Saidi citando las características de este material sobre el que realizó su Trabajo Fin de Máster en Tecnología de Edificación y cuyo proceso de producción está perfeccionando ahora en una tesis doctoral que dirige Carlos Parra y codirige Isabel Miñano y en un proyecto de I+D+i con Urdecón respaldado por el Instituto de Fomento (INFO).
El micenio actúa como un agente biotecnológico aglutinando residuos orgánicos y subproductos agrícolas. “Estamos ensayando con esparto esterilizado”, detalla la también arquitecta por la Politécnica de Cartagena, que está también completando el máster en Metodología BIM tras haber completado también el de Prevención de Riesgos Laborales.
Este material bioenvasado puede crecer indefinidamente durante seis meses, aunque su cultivo puede completarse en 28 días. La investigación de la UPCT está estudiando si los ladrillos adquieren suficiente dureza con dos meses de cultivo. Posteriormente serán secados, o bien al Sol o en un horno a una temperatura de 140 grados.
El proceso comienza cultivando en una placa petri con virutas de madera esporas de micenio, un hongo que crece naturalmente sobre madera en descomposición, especialmente en robles y hayas. De ahí surge la cepa madre que vuelve a ser mezclada con otros sustratos en varias fases hasta conseguir el material con la bioestructura deseada, que los investigadores observan como microscopía electrónica.
El objetivo es conseguir un innovador material constructivo sostenible, en cuya elaboración no se emite CO2 y que da una segunda vida a desechos orgánicos. Una vez hallado el proceso óptimo de elaboración, la producción se podrá escalar para su uso industrial.