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Ocho proyectos finales del grado en Arquitectura en la UPCT han presentado diversas ideas para la parcela de la antigua estación de telegrafía, situada al borde del mar, en la carretera que llega hasta el faro, y abandonada desde que dejó de ser utilizada por Correos. Siete de estos trabajos fueron dirigidos por los profesores Montse Solano y Antonio Cerezuela.
Escuela gastronómica
Un atelier de arte culinario unido a la cofradía de pescadores de Cabo de Palos para vincular a los profesionales de la pesca con los futuros cocineros formatos en la escuela gastronómica que propone el proyecto de Alberto Antón para “hacer de este lugar un espacio de enseñanza, de cultura y de ocio”, remarca el recién graduado, y así poder atraer turismo de calidad fuera del periodo estival y divulgar el patrimonio y la tradición pesquera de la localidad.
La propuesta incluye aulas de formación y una biblioteca, cocinas, dos restaurantes y una tienda para la venta de los productos elaborados por los aprendices, habitaciones para alojamiento de estudiantes, así como zonas verdes y de cultivo de plantas comestibles y aromáticas además de un espacio central para la Cofradía.
Viviendas turísticas
Casa Faro, para estancias en pareja; Casa Duna, para familias con niños pequeños; Casa Calma, para estancias de descanso, y Casa Brisa, para grupos de amigos. Con estas cuatro tipologías de viviendas propone la ya arquitecta Cristina Molero llenar los vacíos en la parcela y apostar por un turismo respetuoso con el entorno, “enfatizando celebrar la vida al aire libre, el encuentro de individuos y la recuperación de la identidad de la costa mediterránea”, señala en su trabajo.
El proyecto también contempla piscinas exteriores, jardines con vegetación autóctona, parque infantil, zona de picnic y espacio polivalente, en el que hacer deporte al aire libre, cine de verano o espectáculos. También se ha diseñado un restaurante, un gimnasio, y un espacio para alquiler de material para actividades acuáticas.
Pasarelas para el ocio
Espacios polivalentes, al aire libre o bien ventilados, para actividades deportivas y de ocio cultural y gastronómica es la propuesta de Encarnación Conesa, protagonizada por pasarelas para recorrer la parcela y entre las que habría plazas de encuentro de los usuarios de la infraestructuras y edificaciones para las distintas actividades, todas ellas con vistas al mar.
“Una simbiosis entre paisaje y arquitectura, creando espacios públicos de calidad, que nace para responder a las necesidades sociales generadas por la pandemia”, resume la autora del trabajo.
Retiro espiritual
Una alternativa al turismo costero convencional, basada en el silencio, la conexión con la naturaleza y la revalorización del tiempo e inspirada en el solitario modo de vida del farero. Franco Cerdán sugiere en su proyecto final que los terrenos en desuso se destinen a crear un centro de retiro espiritual.
El uso de la luz, la textura y el olor de los materiales que acogen los diferentes equipamientos y alojamientos de la propuesta buscan generar “ambientes y escenarios propios para cada actividad o sensación deseada”, explica el joven arquitecto, que ha empleado “recursos propios de los usos primitivos de la arquitectura, el cobijo y el culto, para fomentar la evasión del usuario de su vida diaria y hacer de estos espacios un catalizador de la experiencia del retiro”.
Espacio para el bienestar
También para atraer un turismo alternativo, enfocado en el cuidado corporal y mental que se ha puesto de relevancia tras la pandemia, el proyecto de María del Cerro propone un espacio para el bienestar con espacios terapéuticos y para baños relajantes en un entorno natural y con vistas al Mediterráneo. “De esta forma el agua está presente tanto fuera como dentro del proyecto”, comenta la titulada por la Escuela de Arquitectura y Edificación de la UPCT.
El objetivo es “generar un lugar apartado de la masificación y el estrés de la vida en la ciudad, un lugar para la pausa” a través del concepto de aislamiento, con un forma de claustro que da lugar a un gran jardín en el interior que rodea a las construcciones preexistentes, y del uso de ventanas de cota baja, para proporcionar luz indirecta y difusa y evitar distracciones.
Centro de buceo
Piscinas de formación para las primeras inmersiones y un lugar de reunión y ocio para los aficionados al buceo que ya tienen en Cabo de Palos y su reserva marina un lugar referente para la práctica de este deporte náutico. El centro proyectado por Raquel Maestro contaría con cafetería y espacio para celebrar conferencias y representaciones artísticas.
“El edificio daría al Paseo del Acantilado, contando con una de las mejores vistas del Mediterráneo y sus calas, dando la posibilidad al usuario de poder pasear por el litoral y disfrutar del paisaje”, expone la egresada por la Politécnica de Cartagena.
Espacio Delirio
Conciertos al aire libre, área gastronómica para mercados de foodtrucks, zona multimedia para cines de verano, espacios de recreo, zonas de baño con agua salada, un espacio de fiesta con salas de baile y para tomar copas, un restaurante y una terraza chill-out para disfrutar de las espectaculares vistas son los usos que ha proyectado Víctor Sotos para la parcela.
Sería un equipamiento de ocio “donde poder realizar todo tipo de actividades recreativas, bajo una gran cubierta, aportando sombra en verano y resguardo en invierno”, define el arquitecto formado en la UPCT. “Un espacio que se divide en dos mundos opuestos, el día y la noche, donde el ocio diurno ocurre a nivel del suelo mientras que las actividades nocturnas se elevan a otro plano”.
Recuperación de aves
Otro trabajo final, en este caso dirigido por el profesor Pedro Jiménez, ideó para este terreno de Cabo de Palos un centro de recuperación e investigación para aves marinas. La recién graduada en Arquitectura Amanda Carrillo propone destinar el espacio al control y sondeo de aves protegidas o amenazadas y así potenciar el turismo ornitológico.